Porque no pude detenerme ante la muerte (Emily Dickinson)
Porque no pude detenerme ante la muerte,
amablemente ella se detuvo ante mí;
el carruaje solo nos contenía a nosotros
y la inmortalidad.
Condujimos lentamente, ella no sabe de apuros;
y por su cortesía, tuve que abandonar mis labores e incluso mis ratos de ocio.
Pasamos por la escuela donde los niños jugaban
Sus lecciones apenas terminadas;
pasamos ante los campos de pastoreo
y ante el sol que se ponía,
Nos detuvimos ante una casa que parecía
una hinchazón de la tierra;
su techo, apenas visible,
su cornisa, solo un montículo.
Desde entonces han pasado siglos;
pero cada uno parece más corto
que el día en que auguré por vez primera
que las cabezas de los caballos
apuntaban hacia la eternidad.
Because I could not stop for Death (Emily Dickinson)
Because I could not stop for Death,
He kindly stopped for me;
The carriage held but just ourselves
And Immortality.
We slowly drove, he knew no haste,
And I had put away
My labour, and my leisure too,
For his civility.
We passed the school where children played,
Their lessons scarcely done;
We passed the fields of gazing grain,
We passed the setting sun.
We paused before a house that seemed
A swelling of the ground;
The roof was scarcely visible,
The cornice but a mound.
Since then ’tis centuries; but each
Feels shorter than the day
I first surmised the horses’ heads
Were toward eternity.
Porque no pude detenerme ante la muerte,
amablemente ella se detuvo ante mí;
el carruaje solo nos contenía a nosotros
y la inmortalidad.
Condujimos lentamente, ella no sabe de apuros;
y por su cortesía, tuve que abandonar mis labores e incluso mis ratos de ocio.
Pasamos por la escuela donde los niños jugaban
Sus lecciones apenas terminadas;
pasamos ante los campos de pastoreo
y ante el sol que se ponía,
Nos detuvimos ante una casa que parecía
una hinchazón de la tierra;
su techo, apenas visible,
su cornisa, solo un montículo.
Desde entonces han pasado siglos;
pero cada uno parece más corto
que el día en que auguré por vez primera
que las cabezas de los caballos
apuntaban hacia la eternidad.
Because I could not stop for Death (Emily Dickinson)
Because I could not stop for Death,
He kindly stopped for me;
The carriage held but just ourselves
And Immortality.
We slowly drove, he knew no haste,
And I had put away
My labour, and my leisure too,
For his civility.
We passed the school where children played,
Their lessons scarcely done;
We passed the fields of gazing grain,
We passed the setting sun.
We paused before a house that seemed
A swelling of the ground;
The roof was scarcely visible,
The cornice but a mound.
Since then ’tis centuries; but each
Feels shorter than the day
I first surmised the horses’ heads
Were toward eternity.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario